Él la observaba mientras jugaba al frontón, estaba ella sola contra un muro de hormigón grafiteado con una pala de pádel roja, las mallas de licra gris acero con finos trazos geométricos en amarillo fluorescente. Era todo un espectáculo como se agarraba a la raqueta y los zambombazos que daba contra la pared raramente perdía una pelota, pero si así sucedía corría como alma que lleva el diablo hasta darle alcance y muerte… ponía siempre tamaña pasión en todo lo que hacía, cuando dio por terminada la batalla contra el frontón se acercó hacia él que la miraba con rabia y mascullaba entre dientes: -zurda maldita-.
Soy maldita, es verdad, soy la siniestra, la extraña, el mástil de la popa del Titanic, la que nunca tuvo pupitre en la escuela, la que no sabe usar las tijeras para los “derechos”.
Levja, zurda según la biblia, persona poco confiable…sin comentarios.
Por eso precisamente tengo la habilidad para abstraer objetos tridimensionales más fácilmente, por eso soy brillante en los deportes, por eso soy creativa y escribo así, pero lo más importante de todo… Gracias a eso veo venir las bolas de un payaso antes de que me den en la cara.
Bebió largamente agua, se dió media vuelta y caminando despacio hacia la pista cayó en la cuenta de que al tenebroso siempre le incomoda el resplandor.
Revés.
A todos los zurdos.
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